Gruesos tablones

Dorothea Lange y Margaretta K. Mitchell, To a cabin, editado por Grossman Publishers, 1973,  Estados Unidos

To a cabin es un proyecto comenzado por Dorothea Lange y realizado por Margaretta K. Mitchell. Un proyecto dual, parte legado, parte homenaje.

El proyecto, como la propia Dorothea relata al principio del libro, fue creciendo en su cabeza casi por sí mismo y, posiblemente, desde el mismo momento en el que adquirieron esa pequeña casita junto a mar. Quería enseñarlo en un, también, pequeño libro, cuyo argumento principal fuese la “libertad”. Pero ojo, una palabra tan grande no cabe en esa pequeña casita, por otra parte siempre rebosante de familiares de todos los tamaños (hijos, nietos,…). La «libertad» que Dorothea Lange quería mostrar era la que, de manera instintiva, los niños eran capaces de percibir: “La casa no era una casa de verano; para mí representa algo mucho más elemental. La casa es una protección contra el viento y el clima, un grueso tablón donde agarrarse”. Y esa concepción de lo elemental actuaba como un vaso comunicante con la “libertad” que los niños percibían y que materializaban cuando aparecían sudorosos, sucios y cubiertos de arena. Porque esa libertad era matérica, y por ello fotografiable.

Con esa vaga idea rondando su cabeza Dorothea fue realizando fotografías de una manera muy casual y sin un plan concreto. Las fotografías parece que se iban haciendo porque el sitio las demandaba (de hecho la mayoría se las regalaba a sus nietos por navidades). Como la propia Dorothea se recrimina, no había una hoja de ruta clara sino un montón de fotografías. “Siempre empezando”. Aunque, también tranquilizándose a sí misma, «¿qué otra manera hay de hacer las cosas más que haciéndolas?».

Este montón de fotografías fue creciendo en torno a esa idea difusa y solo la cercanía de la muerte, como testimonia la carta que escribe a los editores Dick y Jill Grossman fechada en septiembre de 1964, le hace presentir que el libro nunca verá la luz (aunque reconoce que publicar el libro le haría más feliz incluso, que otras, sucedidas durante su carrera profesional, incluida la exposición en el MoMA). Dorothea muere el 11 de octubre de 1965. En 1970 Margaretta con la ayuda de Paul Taylor, marido de Dorothea, comienza a recopilar todo el material disperso de lo que hubiera sido el “libro de Dorothea”. Gran parte de ese material estaba guardado en el Museo de Oakland e incluía álbumes familiares y archivos varios con sus trabajos. Margaretta añade sus propias fotografías y textos realizadas también en ese lugar compartido. Finalmente el libro se publica en 1973.

El libro está dividido en 7 capítulos que, a modo de contrapunto, enfrenta el trabajo de Dorothea Lange y el de Margaretta K. Mitchell. To a cabin I comienza con un texto de Dorothea y 11 fotografías; le sigue To a cabin I con un texto de Margaretta y 9 fotografías. El libro se va componiendo así. Margaretta añade un IV, elegíaco e inspirador. Una y otra van dejando pequeños poemas visuales que refuerzan la densidad emocional que invade todo el libro.

La maquetación del libro es notable presentando una retícula muy leve en el que las fotografías se mueven con gran libertad en cada doble página. Más desafortunado me parece el planteamiento de los textos con cuerpos de letra algo exagerados, a pesar de que la tipografía elegida es exquisita (la Bembo es un rediseño hecho por Stanley Morison para Monotye en 1929 a partir de un tipo cortado por Francesco Griffo para Aldus Manutius alrededor de 1495 y que aparece por primera vez en un libro escrito por el poeta humanista Pietro Bembo).

Me gustaría para terminar reseñar una anécdota. Al comienzo de su carrera Ralph Gibson fue ayudante de Dorothea Lange. Cuenta que un día mientras ella miraba sus fotografías le dijo: “Tu problema es que careces de un punto de partida. Si bajas a la tienda de la esquina y te llevas la cámara las posibilidades de que obtengas una buena fotografía son mucho mayores que si te quedas en la esquina de la calle esperando que suceda algo”. La historia creo que es bien conocida y aparece mencionada en el libro de Gibson Deus Ex Machina.

El rapapolvo que el joven Gibson recibe debería ser uno que todos nos aplicásemos: Uno no hace fotografías. Es fotógrafo. Creo que este libro es un buen ejemplo.

Dorothea Lange y Margaretta K. Mitchell
To a cabin
editado por Grossman Publishers, Nueva York, Estados Unidos;

1ª edición, 1973; 128 páginas; 260×235 mm.; escrito en inglés;

Encuadernación en cartoné forrado con tela, con sobrecubierta en papel impreso;
diseñado por Georgianna Greenwood; compuesto en Bembo Monotype;
impreso por Rapaport Printing Corp., Nueva York sobre papel offset Lustro Enamel Dull de Warren;
encuadernado por Horowitz&Son, Clifton, New Jersey
ISBN 0 670 71627 8